miércoles, 31 de agosto de 2011

Imágenes de paz y música de fondo.

Hay suficientes historias de matanzas y peligros en estos tiempos para enterrar toda la belleza que quede en nuestros recuerdos... y no voy a permitirlo.
Tenemos a varios heridos y dos hombres enfermos, así que estamos descansado en un conjunto de cabañas, como un pequeño poblado (parecen autocaravanas acampando en el bosque, pero no lo son, son casas). Hace un par de semanas los... ayudamos. Tienen algunos antibióticos guardados en una caja fuerte pero los hombres no quieren tomarlos. Quieren que se guarden para los niños. Al fin y al cabo, son hombres muertos.
Yo tengo una par de rozonazos, en el cuello y la cara, un par de balas que querían bailar conmigo. Se van curando y me dan carácter. Además, no me estorban para el violín.
Toco el violín todo el rato y uno de los hombres toca la guitarra muy bien.
Es una vida normal, una vida incluso bella. Pero se nota en los ojos de esta buena gente que la consideran una vida provisional, que puede ir a mejor o a peor, pero que no seguirá siendo así.
No lo entiendo. Es una vida perfecta.
En un par de días nos vamos.
Me preocupa que Hidaglo y Brau llevan tantos días sin dar señales de vida. Rodrigo no ha dicho nada, pero creo que quiere organizar una partida para buscarlos.
Aunque no será hoy, ni mañana.
Voy a tocar música para esta gente y para estos árboles.

miércoles, 24 de agosto de 2011

En la montaña.

En esta región del mundo ganamos la batalla, pero como en todas las batallas, el enemigo vencido huye, se esconde e intenta sobrevivir. Y es muy peligroso, sobre todo para las pequeñas poblaciones o los refugios alejados de otros refugios.
Hay gente que quizá piense que se ha librado del verdadero peligro y que viva ajena a la posibilidad de que una pandilla de bankeets renegados pueda entrar en su cortijo y exterminarlos.
Me he unido al grupo de Rodrigo y comienzo a defenderme bien con las armas de precisión, arco o lanza. Finalmente, parece que estamos juntos como el olor y la carne muerta. Él no habla mucho, pero yo tampoco. Muchos lo odian por romper nuestro elemento sorpresa justo antes de la batalla, pero lo cierto es que ganamos la batalla. ¿Y si realmente consiguió infundir tal miedo al enemigo que hizo que algunos huyeran, o que aquella cosa, aquella Araña, se pusiese tan nerviosa que cometiera errores?
Quedan aún cinco de su ejécito de hombres muertos y ellos también le siguen como el olor a la carne muerta.
Nos acercamos a una garganta natural a la que nos lleva un rastro.
Aunque sean más que nosotros, sé que atacaremos.

lunes, 1 de agosto de 2011

El arroyo del Rey

En el arroyo del Rey, a poca distancia al Norte de Santa Elena, cayendo desde la carretera que cruza Despeñaperros, hay una tumba cubierta de piedras chatas y redondas, piedras de río que han visto pasar los siglos y quizá los milenios.
Pintados sobre algunas de estas piedras grandes ahora se pueden leer estos nombres: SALVADOR CARLOS FRANCISCA LUCRECIA... LORENA
Al pie de esta tumba y aún siendo de noche y a pesar del cansancio y del dolor, un músico sin su violín se atrevió a entonar un Ave María que fue transportado tímidamente por el viento y por las montañas.
Y no sé si la música se ha acabado dentro de mí.
Que la tierra os sea leve.
Estamos en Santa Elena y todo el mundo actua como si no hubiese pasado nada, porque todo está por venir.