miércoles, 24 de agosto de 2011

En la montaña.

En esta región del mundo ganamos la batalla, pero como en todas las batallas, el enemigo vencido huye, se esconde e intenta sobrevivir. Y es muy peligroso, sobre todo para las pequeñas poblaciones o los refugios alejados de otros refugios.
Hay gente que quizá piense que se ha librado del verdadero peligro y que viva ajena a la posibilidad de que una pandilla de bankeets renegados pueda entrar en su cortijo y exterminarlos.
Me he unido al grupo de Rodrigo y comienzo a defenderme bien con las armas de precisión, arco o lanza. Finalmente, parece que estamos juntos como el olor y la carne muerta. Él no habla mucho, pero yo tampoco. Muchos lo odian por romper nuestro elemento sorpresa justo antes de la batalla, pero lo cierto es que ganamos la batalla. ¿Y si realmente consiguió infundir tal miedo al enemigo que hizo que algunos huyeran, o que aquella cosa, aquella Araña, se pusiese tan nerviosa que cometiera errores?
Quedan aún cinco de su ejécito de hombres muertos y ellos también le siguen como el olor a la carne muerta.
Nos acercamos a una garganta natural a la que nos lleva un rastro.
Aunque sean más que nosotros, sé que atacaremos.

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