Esta es la que más famoso le hizo: 4'33'. Un espacio para la reflexión, la resurrección de Dadá cada vez que una orquesta la programa. No os perdáis el momento en que el director se seca el sudor de la frente justo antes de comenzar el segundo movimiento, como si acabara de terminar con el primero de la Décima de Mahler. Toda la historia de la música (al revés) en un cuatro minutos y medio.
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